jueves, 25 de febrero de 2010

¿QUÉ LES HACE A USTEDES HUMANOS?

Antes de presentarles las máquinas que precedieron a la máquina de Korsgaard, situemos nuestro proyecto. Necesitamos saber qué nos hace humanos para saber si las máquinas que vamos a ir presentando, son distintivamente humanas, o cuando menos qué es lo que les faltaría para que pudieran serlo. Como seres vivos que somos, realizamos innumerables acciones al cabo del día: nos levantamos, desayunamos, compartimos nuestros pensamientos con los demás, nos alimentamos, descansamos, charlamos, esperamos, y al final, después de todo ese tiempo no podemos evitar la sensación de que nuestra experiencia es una fuente de infinitos quebraderos de cabeza, que acaba por forzarnos a elegir. Elegimos qué vestir, qué comer, qué hacer el fin de semana, qué pensar, qué creer y si me apuran ustedes hasta qué sentir, aunque a veces, no seamos conscientes de estas sutiles decisiones emocionales. ¿En cuantas ocasiones han intentado ustedes ignorar sus sentimientos, dejándose llevar por experiencias que les distraigan del sufrimiento? Se diría que ya hemos localizado algo que nos hace humanos: podemos elegir. Pero, ¿podemos, o más bien debemos elegir?, acaso, ¿estamos condenados a elegir? Y si es así, ¿Por qué? Lamentablemente, yo no sé responder a estas preguntas. Confío en ustedes para lograrlo.

Si seguimos buscando qué es lo que nos hace humanos, tal vez nuestra capacidad de elección sea el rasgo humano más característico. Sabemos que tenemos que elegir pero, ¿podemos acudir a algún sitio para saber si nuestra decisión es la correcta? ¿Cómo podemos saber que nuestras elecciones y, por lo tanto, nuestras acciones son adecuadas? No sé si ustedes, alguna vez, se han planteado estas preguntas, pero sin duda estarán de acuerdo conmigo en que palabras como bueno, malo, justo, correcto, despreciable, tienen un valor especial para nosotros, los humanos. Somos capaces de todo, sólo por conseguir aquello que para nosotros es lo bueno, justo, correcto, o sencillamente adecuado para satisfacer nuestros más oscuros deseos y placeres. Cuando sabemos qué es lo bueno, es como si irremediablemente estuviéramos obligados a buscarlo en nuestras decisiones. Construimos nuestras propias reglas para decidir y actuar, y las construimos con las herramientas que nos dan nuestros seres más cercanos: padres, madres, amigos, y también, por qué no, libros, series de televisión, videojuegos, o el propio msn. Y al final de cada día, nos esforzamos por llegar a saber, qué es lo genuinamente bueno, embarcándonos en innumerables decisiones. Muchos han llegado a decir que estas experiencias son el síntoma que caracteriza a los seres humanos como seres morales: vivimos de acuerdo a una moralidad, algo que nos permite valorar nuestra conducta y la de los demás, algo que nos obliga y nos explica por qué hacemos determinadas cosas que de otra manera nos parecerían absurdas como, por ejemplo, sufrir por alguien que nos importa.

No es fácil entender estas cuestiones. Yo mismo no estoy seguro de entenderlas, así que les rogaría que me ayudasen, respondiendo a las siguientes preguntas: ¿Qué nos hace a nosotros humanos? ¿Por qué somos capaces de sufrir por alguien, e incluso dar la vida por esa persona? ¿Qué nos obliga a actuar en nuestro día a día? ¿Sabes de algunas obligaciones que realices con mucho placer? ¿Piensas que es compatible estar obligado a hacer algo y sentir cierto placer al hacerlo?, ¿has sentido alguna vez que no podías hacer otra cosa que la que hiciste? ¿Por qué motivos?... Una vez lo hagan, quizá el próximo día tenga la oportunidad de presentarles al humanoide hobbesiano, un ser excesivamente obediente pero profundamente deprimido.

Todavía no sabemos si una máquina podría responder a estas preguntas.

Tal vez la máquina de Korsgaard pueda. Pero al menos nosotros deberíamos saber qué nos hace humanos.

martes, 16 de febrero de 2010

TOMEN ASIENTO, SEAN BIENVENIDOS

Ustedes van a ser el producto de un experimento. Van a ser jueces de lo que probablemente sea el experimento del siglo. Tenemos la tecnología pero nos faltan las ideas. Durante estos últimos 20 años hemos sido capaces de reproducir los mecanismos que hacen posible el funcionamiento del cerebro. Sabemos cómo procesar la información pero nos falta la información. Tenemos el disco duro, los procesadores, los monitores, las tarjetas de video y audio, pero nos falta el programa apropiado que haga funcionar a nuestro hombre-máquina. Vamos a embarcarnos en el apasionante reto de intentar construir un robot que piense, actué y sienta como cualquier ser humano. No piensen que ustedes son, los primeros programadores. Ha habido otros y será conveniente que los conozcan para no volver a caer en sus errores. Una vez acabado este recorrido llegaremos a la última versión que elaboramos la máquina de korsgaard. Ustedes deberán juzgar el programa que hace posible que la máquina de korsgaard sea calificada como humana. Su herramienta de trabajo no será otra que sus vivencias, sus pensamientos sobre el mundo y sobre las personas que los rodean (madres, padres, amigos, enemigos, amados, amantes…) en definitiva tendrán que hacer uso de su sentido común. Los elegimos porque ustedes no están contaminados por los prejuicios de los expertos. Son gente corriente, que piensa, actúa y siente. No saben de teorías, de formulas matemáticas... No van a rechazar una teoría solo por el nombre que tenga o por la persona que la firme. Son personas inocentes. Aunque con toda seguridad después de esta experiencia dejarán de serlo.